sábado, 26 de abril de 2008

Taxonomía de mujeres


Julio Torri hizo una aventura zoológica para buscar un patrón en las señoritas. Sin embargo creo que es casi imposible lograr una clasificación certera de los tipos de mujeres que existen, las representaciones y alcances femeninos son tan abundantes como cada una de ellas. Este es un intento del maestro para establecer rasgos compartidos, no sé si sea un afán reduccionista de Torri, pero sí una personificación loable. Y si las lectoras acusan al maestro de misógino, no opinen antes de no haber leído "A Circe"o "La amada desconocida". Ellas fueron sus fines.
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1) Mujer elefanta. “Siempre me descubro reverente al paso de las mujeres elefantas, maternales, castísimas, perfectas”. Es la debilidad del maestro toparse con este espécimen de féminas. Por lo general lucen bondadosas e inocentes, (pueden en el fondo encarnar a una lolita, pero no siempre al modo Nabokov) reservadas, pacientes y sentimentales; ideales para descargar todo el imaginario amoroso.

2) Mujer reptil. Es el género común de toda mujer de sangre fría. Encontramos mujeres serpiente, cocodrilo, camaleón, lagarto, etc. “Sé del sortilegio de las mujeres reptiles –los labios fríos, los ojos zarcos- que nos miran sin curiosidad ni comprensión desde otra especie zoológica”.

3) Mujer tarántula. Tejen el destino de los hombres en un instante, criaturas extravagantes. Nunca las mires a los ojos. “Convulso, no recuerdo si de espanto o atracción, he conocido un raro ejemplar de mujeres tarántulas. Por misteriosa adivinación de su verdadera naturaleza vestía siempre de terciopelo negro. Tenía las pestañas largas y pesadas, y sus ojillos de bestezuela cándida me miraban con simpatía casi humana”.

4) Mujer asna. “Las mujeres asnas son la perdición de los hombres superiores” Sentencia del maestro después de haberlas seducido durante su vida. El mejor condimento para amar es la ignorancia.

5) La lucia vaca. Es la mujer de la que ya no se espera nada, pero no deja de ser impredecible cuando le hablan al oído. “Y tú, a quien acompasadas dichas del matrimonio han metamorfoseado en lucia vaca que rumia deberes y faenas, y que miras con tus grandes ojos el amanerado paisaje donde paces, cesa de mugir, amenazadora al incauto que se acerca a tu vida”.

sábado, 19 de abril de 2008

LA BUSQUEDA DE UN ENTOMÓLOGO

ilustracción: Milo Manara

jueves, 10 de abril de 2008

ERINIA


(este video se filmó en la casa de Yaxkin, Victor actua, yo digo)

sábado, 5 de abril de 2008

la estrella del electróforo

Georg Cristoph Lichtenberg (1742-1799)

En la mayoría de las ocasiones los descubrimientos no se deben al rigor científico, sino a actos de prestidigitación.
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Cerca de 1777 un profesor de la Universidad de Gotinga se da cuenta de las figuras que se forman en el electróforo, trabaja en ellas hasta poder manipularlas y hacer a su voluntad las estrellas y asteriscos que se convertirían en sensación para los científicos de la época. Georg C. Lichtenberg fue quien llevó este descubrimiento a la comunidad ilustrada del siglo XVIII.

Si bien su nombre sonó por cierto tiempo, no fue por eso que hoy lo recordamos, de ser por eso, hubiera pasado al catálogo de científicos anónimos de todos los tiempos. Manejar a su antojo unas chispas eléctricas a manera de estrellas no es un acontecimiento que revolucionó la ciencia, sino más bien sabemos de él por lo que hacía en sus ratos de ocio y por ese afán compulsivo de escribir todo lo que se le viniera en mente, por pequeña que resultara la idea. Lichtenberg fue un hombre sencillo a su modo, se casó dos veces con las mujeres más simples (una florista y otra vendedora de pescado), se dedicaba a hacer almanaques o a dar clases de física y matemáticas en la universidad del pueblo. Viajó una vez a Inglaterra para aprender bien alemán como él decía, y todo esto lo hizo con una venenosa hipocondría, una joroba y con 1.55 cm de estatura.

Lichtenberg es, a juicio de Nietzsche, uno de los pocos escritores “rescatables” de Alemania, quizá porque desconfiaba de la naturaleza humana y se mostró suspicaz con la Ilustración o lo que él llamó un experimento político: la Revolución Francesa. Qué se puede esperar de alguien que dice: “la mucha lectura nos ha brindado una barbarie ilustrada” o quien afirma “en verdad hay muchos hombres que sólo leen para no pensar”. Podemos decir que este personaje fue un antirracionalista que vivió en pleno siglo de la racionalidad y, peor aún, en el país de los hombres más metódicos. Lichtenberg no fue tanto de eso, sólo fue un hombre sumamente lúcido.

En sus aforismos Lichtenberg habla casi de todo, tiene un poquito para cada cosa, y en verdad fue un ser lacónico, porque la brevedad fue su vehículo de ironía y reflexión habitual; así todos sus aforismos, máximas quizás o epigramas que le conocemos hoy, son gracias a una recopilación póstuma de la labor minuciosas de revisar sus apuntes y cuadernos. Nunca pudo concluir una novela a pesar de su gran admiración por Shakespeare, compuso algunas cuartetas de versos para bodas a fin de ganar algo, gustaba del teatro aunque nunca pretendió ser dramaturgo; el drama ya lo había encerrado en unas oraciones aisladas.
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Algunas observaciones de Lichtenberg sobre la literatura y el quehacer del escritor:
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*La metáfora es más inteligente que su autor, y eso sucede con muchas cosas. Todo tiene su profundidad. Quién tiene ojos ve todo en todo.
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*Las reglas de la gramática son meras convenciones humanas; por eso cuando el diablo se le aparece a los poseídos habla un mal latín.
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*En cierta obra un hombre célebre prefería leer lo que tachó que lo que dejó.
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*Al prólogo se le podría llamar pararrayos.
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*Al escribir mantén la confianza en ti mismo, un orgullo noble y la certeza de que los demás no son mejores que tú; ellos evitan tus errores y en cambio cometen otros que tú has evitado.
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*No estaría mal un libro de primeros auxilios para escritores.
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*Uno de esos esclavos negros en las plantaciones de la literatura.
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*Pasaron a la cripta familiar de mis pecados juveniles, la de los malos libros.
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*¿No es curioso que una traducción literaria casi siempre sea mala? Sin embargo, todo se puede traducir bien; ahí se aprecia qué tanto se entiende el idioma, es decir, qué tanto se conoce al pueblo que lo habla.
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*En la naturaleza no hay palabras, solamente iniciales. Al releer las nuevas "palabras" descubrimos que no son sino iniciales de otras.
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*Siempre es preferible darle el tiro de gracia a un escritor que perdonarle la vida en una reseña.

miércoles, 2 de abril de 2008

El poeta se acuerda de su vida


Perdonadme: he dormido.
Y dormir no es vivir. Paz a los hombres.
Vivir no es suspirar o presentir palabras que aún nos vivan.
¿Vivir en ellas? Las palabras mueren.
Bellas son al sonar, mas nunca duran.
Así esta noche clara. Ayer cuando la aurora
o cuando el día cumplido estira el rayo
final, ya en tu rostro acaso.
Con tu pincel de luz cierra tus ojos.
Duerme.
La noche es larga, pero ya ha pasado.
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Vicente Aleixandre (1898-1984)