sábado, 30 de mayo de 2009

Andrómeda fue vista hoy intensamente

foto en el Faro de Cuahtepec 2008
.
Felicidades al poeta Yaxkin Melchy por obtener el premio Elías Nandino de este año, en verdad que es un reconocimiento justo a su labor de poeta y artista.

sábado, 23 de mayo de 2009

Portarretraros parte II

foto Juan Rulfo


Publico esto antes que pase de moda este debate. La verdad quedé abrumado con todo lo que se dijo y se dirá al respecto. Esto, si bien es un ejercicio de crítica y de percepción de nosotros mismos y los demás, implica el desarrollo discursivo de una nueva generación de escritores. Quizás exista en nosotros una anticipación a lo histórico, cuando lo histórico sólo se hace con el paso del tiempo y lo que va quedando. Pienso en una vehemencia por crear verdaderas obras, frenesí de la no mediocridad. Hacer obras fuertes, “Éticas”, así en mayúscula como lo escribió Yaxkin. Gracias a Daniel Malpica, Roberto Banda, Eduardo de Gortari, Eliud Delgado y Krishna Avendaño por decir lo que tenían que decir. La poesía es como jugar cartas, así me dijo Alan Mills, y ahora conozco parte de las suyas.

Terminaré entonces lo que no acabé, con los cuatro puntos que me hacen pensar en los lastres de nuestra poesía y otras. Sé que mi comentario se encamina hacia lo malo, pero no hay más maldad que creer que todo está bien. Así tal vez logremos sanar fracturas y temores.

La actitud del autor. La obra de cualquier escritor llega hasta donde él quiere llegar. Aseguraba Julio Torri que “toda la historia de un hombre está en su actitud”. Yo diría, de algún modo, que también se encuentra su porvenir. El poeta debe creerse todo lo que se quiera creer menos un hombre promedio, un versificador de sus anécdotas, un glosador que sólo escribe pies de páginas de la realidad. La realidad es en suma una colisión de ficciones. Este mundo está en función del derecho, las matemáticas, la informática, la economía, entre otras ficciones científicas o técnicas. La tarea del poeta no es componer todo eso, es dibujar una ficción que contrarreste a las otras, siendo él el trazo y la dirección de esa línea. Los poetas comentaristas son los que se dedican a poetizar lo inmediato, los poetas cósmicos o “prometeicos” como decía León Felipe, son los que hacen poesía con el delirio y alumbran un universo en miniatura.

El apego institucional. La institucionalización de las actividades humanas fue un proceso gradual en la era del Estado moderno. El Estado, como lo conocemos ahora, es la gran prosopopeya de la humanidad. El Estado está en todos los actos humanos y hechos naturales, desde la hora centro de un país hasta las fronteras dictadas por el derecho internacional. El arte no ha escapado a la regulación estatal, y los parámetros de un Estado son las políticas públicas del gobierno en turno. El problema que veo, es que sólo se “legitima” un poeta cuando se le otorga el apoyo oficial, como si el reconocimiento de la institución pública se tradujese en el valor último del autor o de la obra. No es malo el apoyo oficial, el error es creer que ese es el único camino disponible, cuando existe una nutrida ramificación fuera de la validación certificada.

El prejuicio a la obra. Creo que uno de los máximos errores de la humanidad es el prejuicio. Es un proceso mental necesario, que nos hace la vida más cómoda y sintética. Para llegar a una noción rápida de cualquier objeto nada más confiable que el prejuicio. Hay varios indicadores en literatura: autor, premios que ha ganado, círculo de amigos y crítica nociva o mordaz. La obra debería ser la única fuente para juzgar al autor.

El hermetismo de grupo. Problema que va desde Los Contemporáneos hasta la sensación de pertenencia a una colectividad, el papel y lugar que tengo en ella, y la defensa de mis logros ante la venida de un posible usurpador. Los colectivos unen las fuerzas y nos hacen más poderosos, aunque se disputen intereses contrarios en un campo donde sólo caben 3 o 5 personas. La poesía no le conviene saber tanto de poder ni de oligarquías o “partidocracias” literarias.

Hay un mural de la poesía mexicana; dejemos que los autores caigan en un collage sin proporciones y quitemos de en medio los portarretratos que enmarcan las caras bonitas de los poetas.

Manuel de Jesús Jiménez, mayo 2009.

sábado, 16 de mayo de 2009

Portarretratos (la forma de la poesía mexicana) primera parte


Consideremos a la poesía mexicana, la que existe, sólo como una de las posibilidades de lo que pudo ser. No sé que hubiera sido de la poesía nacional sin contemporáneos y únicamente estridentistas, u otros tantos movimientos como “la espiga amotinada”, el poeticismo y el ahora mítico infrarrealismo. La pregunta es si realmente nos sentimos realizados con las obras creadas en el último siglo. Llegamos a pensar hoy, que la poesía mexicana está en crisis, pienso que la crisis, al igual que la economía, se desarrolla sucesivamente en la vida del país. México es una nación en crisis desde que nació. ¿Qué poeta mexicano del siglo XX ha reinventado la poesía? ¿Qué poeta mexicano construye o construyó una poética al límite de todas las otras? La causa de que en el país no haya gente como Enrique Verástegui, Leónidas Lamborghini o Juan Luis Martínez, se debe a una cuestión estructural sobre cómo se llega a ser poeta. SI hay mexicanos que buscaron algo atípico al cauce central, pocos se acuerdan de ellos o pasan como una extravagancia de museo.

La crisis referida no es acerca de los lectores y las editoriales, que mucho tienen que ver en el quehacer poético, está crisis es de contenido. Los lectores/consumidores de poesía siempre estaremos allí, aún creo para rato en esa “inmensa minoría” de la que hablaba Juan Ramón Jiménez y las grandes editoriales no dejaran de ser Sociedades Mercantiles con una especulación de lucro. Pero también podríamos pensar, ¿con base en qué parámetros podemos hablar de una crisis en una poesía nacional? ¿Verdaderamente existe una “poesía nacional” o nosotros creamos esa categoría para cohesionar de forma forzada a los poetas que nacieron en una región, desde provincias hasta naciones? ¿Cómo sabemos cuándo ha caducado un canon o se está degastando? No lo sé ciertamente, pero percibo erráticos y estériles muchos libros de poemas escritos por mexicanos o por lo menos, no hay una correlación con lo que se hace en otras partes, digamos solamente en América Latina.

Los poetas mexicanos no se han sacudido completamente. Hay una tendencia de escalafón en la “carrera de poeta” y una convicción de sólo ser poeta ante los demás sin comprometerse a muchas otras cosas. La mayoría de los poetas mexicanos mantiene una forma conservadora desde el discurso hasta el “entusiasmo estético” que señaló Orwell. Una postura conservadora no es mala en sí misma, es una actitud política que acepta las situaciones como están y no desea cambiarlas, ya sea por pesimismo o por comodidad. Una postura conservadora es legítima casi en todas las maneras de interacción, podemos siempre pedir un helado de chocochispas sin necesidad de probar otros. Estamos a gusto con ese sabor. Uno puede votar por el PAN porque le gusta cómo funcionan las cosas en este sexenio. No así en el arte o en la poesía. Decía Michael Oakeshott “soy conservador en política para ser liberal en lo demás”. Hay aspectos que deben de tratarse con liberalidad, el cambio en el arte es el combustible de su desarrollo. Si alguien no rompe con el paradigma estético, no habrá a la postre otro paradigma estético y el arte sería una concatenación de obras en un mismo sentido. El cambio y su acción más violenta, la trasgresión, son necesarios en la poética para transfigurar una determinada poesía.

En México no se siente ese cambio, más aún en la poesía que se hizo en casi todo el siglo XX. Supongo que nuestra circunstancia nos impidió un desarrollo cabal en el arte; sea por la institucionalización de la Revolución, por el genio de un sistema político donde la clase dirigente mantenía un proceso unilateral de poder de forma democrática y fondo dictatorial, o por la creación de instituciones estatales que regularon, administraron, dirigieron y captaron la actividad artística y el papel del artista en su utilidad social. Quizá la manifestación poética pudo ser distinta, si México hubiera sufrido con un gobierno de facto, de corte totalitario como Argentina, Chile o Cuba. Aquí coincido con Octavio Paz en eso de que “las catástrofes históricas crean buena literatura”. La idea de mantener al margen a la población civil y someterla a una opresión sistemática hace fluir el extremo de su personalidad y el límite de expresión en sus emociones. México no tuvo convulsiones de esa magnitud.

El poeta mexicano, generalizando, tuvo un acompañamiento por parte del gobierno, una tolerancia negociada entre el Estado y él. La burguesía del poeta mexicano es un rasgo distintivo y fomenta la percepción del poeta intelectual que está más allá de cualquier otro asunto de importancia, su tarea únicamente es hacer poemas y vive en la esfera de su propio ensimismamiento. Un poeta crea una fórmula, la hace y la rehace hasta convertirla en un chiste de mal gusto. Pensar que un poeta tenga ligaduras temáticas como la música, el derecho, la niñez y el sexo, puede resultar interesante dependiendo de cómo lo maneje, pero construir su obra sólo con eso es un riesgo innecesario, porque la obra poética ante todo pretende una cosmogonía. Existen muchos temas por explorar aún, desde la física y la medicina hasta el turista mundial o el juego del yo-yo. También hay otros inconvenientes como dice Eduardo de Gortari, el poeta está obligado a conocer un poco de gramática y figuras retóricas, además de elaborar una noción de lo que para él es la poesía. Veo aparte fundamentalmente estos otros problemas: 1) la actitud del autor, 2) el apego institucional, 3) el prejuicio a la obra y 4) el hermetismo de grupo.

lunes, 4 de mayo de 2009


Volé en un globo aerostático porque fueron los corazones enormes latiendo en la mitad del cielo raso. Subí hasta reventar en un ángulo obtuso del planeta. Tomé un puñado de hombres y los lancé como confetti pero no se sostuvieron. Esta gente aterrizaba dentro de mí con sus paracaidas improvisados o desplegando sus sombrillas rotas. Uno de ellos se desparramó en una gota gigante y, en el lago que formó, pude encontrar a mi espiritu embellecido.