lunes, 26 de enero de 2009

Poesía y Derecho: los autos perdidos de Manuel de J. Jiménez


Esta es la magnífica percepción de los "autos perdidos" en el campo jurídico y de la semiótica. Mi agradecimiento a Claudio Antonio por tomarse el tiempo y escribir. Ambos en el camino de una deconstrucción humanista del derecho. El link del blog está en mis contactos.

Derecho y Poesía guardan una relación a ser re-descubierta. La bifurcación de sus caminos ha sido enorme, la oposición entre la metafísica de la presencia, tan propia del fenómeno jurídico que a todo quiere darle un nombre, y el sutil lenguaje de la ausencia poética; ha fracturado la mente en dos lenguas distintas: la lengua de lo objetivo-exacto y la lengua de lo subjetivo-efímero.

Mas la relación sigue ahí, honda y profunda, esperando todavía a quienes decidan seguir el páramo de las palabras con poder. Empowered words, sí. Aquellos que dudan de esta relación deben recordar, RECORDAR (porque todo apre(he)nder es un recordar), que la unión paroxista entre ambas se inscribe en la conciencia de que las dos son lenguas de poder y que, por tanto, sólo serán plenamente efectivas, válidas y universales desde y hacia el infinito, cuando estén fundidas en una sola. Y en este camino de eterno retorno, alguien ya ha dado un paso seguro.

Manuel de J. Jiménez (México, 1986), estudiante de derecho y miembro de la Red de Poetas Salvajes, con sus "Autos Perdidos", ha comenzado a tender puentes desde la poesía hacia el derecho. ¡Qué va!, ha expropiado el derecho en favor de la poesía. ¿Cómo?: utilizando los géneros discursivos propios de las formas jurídicas: contratos, procedimientos, leyes, inventarios, registros, pliegos de posiciones, etc; como vehículos perplejos y atónitos de lo que no se puede decir, de aquellas cosas que las palabras apenas tocan, como temerosas palomas mensajeras viajando a través de una tormenta. En definitiva, ha utilizado el lenguaje de lo exacto para expresar lo efímero, esto es, el contenido de lo que late en un pecho que no es el nuestro. Manu ha hecho de la estructura discursiva codificada jurídica, una fuente poética ¡Quién lo diría!.

Ahora bien, esto no se trata simplemente de utilizar una estructura ajena y ya está. Lo que está en juego en “Los Autos Perdidos” es la conciencia misma de la sustancia de los meta-conceptos jurídicos: Responsabilidad, Domicilio, Ciudadano, Capacidad, Proceso, Derecho-Deber, Juicio, Estado, Fuerza Mayor, Autoridad, etc, etc, etc; está en juego la semántica abierta (y ya descuartizada) de la polivalencia inherente a esos mismos meta-conceptos. Sin embargo, más allá de la ambigüedad de este uso semántico “equívoco”, igualmente se intenta “proveer orden, forma y estructura a una vertiginosa gama de fenómenos presentes en la vida cotidiana”, (ver "Law and Poetry", de B. Grossfeld) lo que permite no mermar el discurso jurídico, sino amplificarlo. Me explico brevemente: mientras el constructo jurídico ha anclado los conceptos para asegurar una certidumbre respecto de qué es lo que debemos entender, J. Jiménez ha elevado esa ancla y zarpado. El bote, aunque ebrio, a alguna parte nos dirige, ese es el punto.

Por favor, déjeme tantearlo, sírvase leer uno de sus poemas transcrito y diseccionado:

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CONTRATO DE SEGURO
[...]
DECLARACIONES

PRIMERA. Ser una persona física el menor tiempo posible y padecer más con esta transparencia que crispa todos mis dedos.

SEGUNDA. Estar en pleno goce de mis derechos aunque los malgasté uno por uno, sin saber la cuenta de lo que ya no es mío.

TERCERA. Declaro que abandoné mi domicilio en cualquier calle con un número tecleado por cada caja registradora.

CUARTA. La srita. Alma posee capacidad para entregarse completamente a las tareas más bastas de la vida, como administrar los caudales que retenemos en los corazones.

QUINTA. La srita. Tapia establece su domicilio en su castillo de piedras, iguales a las caras envenenadas por las luces de los semáforos.

SEXTA. Se tiene por entendido que los contratantes sacuden su identidad sobre las rampas que elevan su yo, para aterrizarlo en otros aeropuertos.

SÉPTIMA. Las partes manifiestan que no existe representante capaz de interpretar la letra de este documento, porque sus voluntades son avalanchas insolubles.

OCTAVA. El objeto del presente contrato es asegurar al sr. Manuel de J. Para sustraerlo de un estado de indefensión, que lo tiene oscilando en un acto de equilibrio fatal.
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Al final, es la idea de "un contrato poético constitucional", el verdadero contrafuerte de un Derecho por-venir. Y una obra como esta, aunque aún inacabada, es un paso firme hacia ese destino.

Porque como dijo Shelley (en su "Defence of Poetry"): “los poetas son los legisladores no reconocidos del mundo”, y a través de su lenguaje métrico se convierten, en “los instauradores de las leyes y los fundadores de la sociedad civil”; porque presencia y ausencia deben danzar libremente en el juego interpretativo, en definitiva, porque Derecho y Poesía se necesitan; es que “Los Autos Perdidos" se constituyen como un certificado de nacimiento para futuras lecturas de la ley, como el saneamiento de la evicción de un derecho cada día menos nuestro, y como un precedente obligatorio para todo aquel que se jacte de saber, que sea un poco, de Derecho.



16 comentarios:

Anónimo dijo...
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MANCHA dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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M J J dijo...

Ni yo, ni el autor del ensayo afirmamos que el derecho sea una ciencia exacta. Lástima que un estudiante de Ciencia Política no entienda conceptos básicos como derecho, Estado y jurisprudencia. Nicanor Parra nunca escribió sobre el derecho, para él, la antipoesía buscaba que los poetas "bajaran del Olimpo" con su retórica suntuoso, algo que le vendría bien a Ibarra. Repetir tantas veces la palabra "Goliath" es un degaste para los ojos, todos sabemos como escribe Victor Ibarra, ya intenta algo nuevo a parte de tu discurso artificiosos de imágenes gastadas por ti mismo. Deja la grandilocuencia y la solemnidad de revolucionario de las letras. Qué pena que refuerces los esperiotipos sociales sobre la figura del abogado, es como si uno pensara que todos los politólogos son grillos o los filósofos drogos. Ve más allá del lugar común poeta.

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...
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Unknown dijo...

Adelante Manuel, me da gusto que tu obra genere interpretaciones e incluso discusiones (bizantinas) me parece que esto fue un paso y quien conoce tu trabajo sabe que no será el último. Un saludo desde El Salvador.

Anónimo dijo...
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edegortari dijo...

Y quién escribió el texto?

Oye men que chingón está el disco, la neta está bien bueno.

Mil gracias

Y qué , cuanod la peda?
cuando quieran pongo mi casa

Saludos

Cynthja Gar-men dijo...

chido, Manuel! :D

q estés bien
saludos

Jose M Serrano dijo...

Algún día los vacíos jurídicos se llenaran con este lenguaje,

saludos tocayo

Anónimo dijo...

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