Robé al nobel Boris Pasternak su piscina de los mundos. La guardé por varios años. Olvidé que bajo la quietud nadaba la verguenza como una bestia microscópica, que entra por la nariz y devora tus pulmones. Confieso ser poetastro, que me castigue con las mandíbulas del ius puniendi el altísimo Estado de las Letras.
3 comentarios:
me parece que esa bestia también debora la voz...
y cuánto le van a dar por sus crimenes?
Saludos!
jejeje orale manuel no conocia tu faceta de delincuente : )
jaja
chida la reunion
no no no no no no
ya no se puede confiar en ti. que verguenza, ya pareces devrayamativo.
jajajajjajaj
hay que ser poeta, hay que ser mancha
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