I.
El
retorno de lo PRImitivo: cuando desperté, el 2 de julio de 2012, el dinosaurio
seguía allí.
Lo que sucedió
en México es algo inédito en la historia política del mundo. El regreso de un
partido político que durante 70 años fue hegemónicamente opresor e
institucionalmente imbatible. La mayoría de estos partidos se disuelven o
pierden capital político con el advenimiento de la democracia, pero no todas
las “democracias” son iguales y no todas las transiciones o alternancias son
satisfactorias. Lugar común es el apelativo que Vargas Llosa le dio a este aparato
de agenciamiento: “la dictadura perfecta”. El PRI estaba tan blindado que se
aplicó tenazmente el artículo 33 constitucional al escritor peruano, totalmente
a discreción del Ejecutivo omnipotente (lo que llamó, en su tiempo, Jorge
Carpizo como las facultades metaconstitucionales del presidente), sin juicio
previo, considerándolo “extranjero pernicioso”. Esta medida ejemplificó el
sectarismo y la xenofobia de un sistema que abrevaba de un nacionalismo
revolucionario ya vetusto: desvirtuado. Pero por qué después de una guerra
sucia en los 70 ‘s, innumerables fraudes electorales (88 como el más
paradigmático) y una política macroeconómica neoliberal que ocasionó distintas crisis,
algunos mexicanos (que son una mayoría relativa) decidieron darle una “segunda
oportunidad” al PRI. ¿Falta de memoria histórica a corto y largo plazo?, ¿falta
de sensibilidad ante los asuntos políticos?, ¿fracaso de la alternancia panista
durante 12 años?, ¿incapacidad de la izquierda por abarcar los sueños y
sensaciones comunes de una ciudadanía inclinada al estoicismo?
II.
El regreso
de las cartas en blanco: el sr. Presidente se pr(i)esiente.
Peña Nieto no está solo, el Congreso estará con él. En
la Cámara de Senadores, el PRI más Partido Verde, tanto en coalición como
separadamente, tendrá el 53.12% contra 28.12% del PAN y 18.75% de los partidos
de izquierda. En la Cámara de Diputados, el PRI y Verde tendrán 59% de los
curules contra 23.33% del las izquierdas y 17.66% del PAN. Habrá entonces
mayoría priisita en el poder legislativo. La idea de frenos y contrapesos, por
lo menos en lo que toca a corriente política, podría desaparecer en México. Las
condiciones están dadas para que con pocos o nulos pactos políticos, las leyes
y reformas que proponga Enrique Peña Nieto salgan a la calle sin problemas. El
PRI, si así lo quiere, podrá regresar a los tiempos donde todas las iniciativas
del Ejecutivo tenían ya fuerza de ley desde su “discusión” en el Congreso. ¿Volverá
a instaurarse la Ceremonia del Informe con los aplausos al unisonó de los
legisladores? ¿Volverá la era zalamera hacia la embestidura presidencial?,
¿será la palabra del sr. Presidente casi dogma teológico? Ya no habrá necesidad
de estado de excepción, de suspensión de garantías, porque habremos vuelto a la
época de las “cartas en blancos” donde el sr. Presidente llenaba a su antojo el
contenido ético, político/legal, ideológico de la Nación interdicta: paso de la
sociedad disciplinaria a las sociedades de control. Otra vez:
institucionalización del estado de excepción.
III.
Hacia
un México micropolítico: NI PEÑA NI MIEDO.
“Nosotros, los hombres y mujeres que
quedan. Nosotros, adivinando los símbolos del poder y las Repúblicas que se
alejan de nuestra sangre”. Para contrarrestar la nueva era priista, debemos formular
un plan de consistencia que involucre más allá de la sociedad civil (más allá
de las calidades ciudadanas, las calidades de resistencia civil y objeción de
conciencia), los flujos de individualidad que se mueven en cada uno de
nosotros. Hagamos micropolítica con nuestros cuerpos, con nuestras mentes
interconectadas rizomaticamente, a través de las redes sociales como paralaje
de los medios de comunicación masiva. Hagamos de # Yo soy 132 y la primavera mexicana,
una primavera perpetua que centre presión no sólo contra Peña Nieto, sino
contra el Estado, recorriendo sus tres poderes y tres peldaños sin miedo ni concesiones.
Hagamos de los observadores electorales, adscritos sólo a un día y un acto,
observadores permanentes de la función política en México. Mientras no encontremos
otro medio que desplace la idea de la representación política, es decir, una
vía de representación directa que vaya más allá de la democracia clásica o la
ágora, pensemos que en las legislaturas y en la administración pública existan observadores
post-electorales que monitoreen el trabajo de la clase política. Constituyamos
un mecanismo de defensa mimético: contrapanoptismo. La biopolítica intensificada
para que México se escriba de muchos modos, no sólo desde la molaridad. A la
manera de Deleuze, hay que ver el acto creativo no como acto comunicativo sino
como un acto de resistencia; no exclusivo de artistas: un hábito común y
expansivo.
En el ex país de México, D.F., 2 de julio de 2012.