jueves, 23 de diciembre de 2010
El día después del eclipse
ALLÁ se iluminan las esferas en un baile
pintan la sombra de un corazón brujo
que divide en dos la espada de los astros
Se funda otro eclipse dentro del eclipse
para sentirnos parte de nosotros mismos
Yo sospecho que la noche bordea sobre
las voluntades que aún no se conocen
pero se juntan por la flor que explota
enfrente de ellas como un pergamino de agua
como una rosa señalando con pinzas el TIEMPO
HAY un pez que no puede cruzar un ojo
y una foca vuelve a sostener la misma LUNA
"ZÓCALOS escúchenme uno a la vez
nada más voy
a caballo entre sonrisas
cuando al fin suban
invéntenme por favor un sonido
para no enloquecer en esta PRIMAVERA"
martes, 30 de noviembre de 2010
El dios de Juan Ramón Jiménez
El libro Dios deseado y deseante de Juan Ramón Jiménez es la conclusión de su arte poética que se venía desarrollando con las publicaciones previas. El poemario, que se publica en 1949, muestra las sensaciones de la voz lírica del poeta respecto a un ente místico alojando en su psique. El dios que Juan Ramón Jiménez creó en su devenir poético, que tanto ansiaba y evitaba, es sentido espiritualmente por sus manos, en una lucha plena de amor. Sin embargo, debemos notar que este dios propio se desapega completamente del Dios onmipresente y todopoderoso de la teología o los evangelios. Por este motivo, el autor nos advierte desde el primer poema:
No eres mi redentor, ni eres mi ejemplo,
ni mi padre, ni mi hijo, ni mi hermano;
eres igual y uno, eres distinto y todo;
eres dios de lo hermoso conseguido,
conciencia mía de lo hermoso.
El dios de Jiménez no es un modelo ético, sino que es una epifanía que el poeta ha conseguido en su propia conciencia. El dios que alcanza es un estado puro: una esencia mística a la que se llega por un trayecto espiritual; es la conciencia del poeta, la del otro sujeto, el alter ego, y la de todas las personalidades que habitan su mente. “Tú, esencia, eres conciencia, mi conciencia,/ y la de otro, la de todos,” . Podemos inferir que existe una interiorización que consume nuestro espíritu: la cumbre de la montaña, escalada al fin, donde se mira al dios deseado y deseante. Además de esta noción oriental de lo divino, el dios juanramoniano se emparenta a la mística de Santa Teresa y a las concepciones occidentales en San Agustín, pero sin dogma. El dios que adquiere forma y que es la formación de todas las cosas, a fin de cuentas, una concepción panteísta del universo que se ilumina por la mente individual del sujeto. “Yo fui y vine contigo, dios, entre aquella pleamar unánime de manos, el olear unánime de brazos; brazos, manos, las ramas del tronco, con raíz de venas, del corazón de todo el cuerpo, que tu recoges en la tierra;” .
ni mi padre, ni mi hijo, ni mi hermano;
eres igual y uno, eres distinto y todo;
eres dios de lo hermoso conseguido,
conciencia mía de lo hermoso.
El dios de Jiménez no es un modelo ético, sino que es una epifanía que el poeta ha conseguido en su propia conciencia. El dios que alcanza es un estado puro: una esencia mística a la que se llega por un trayecto espiritual; es la conciencia del poeta, la del otro sujeto, el alter ego, y la de todas las personalidades que habitan su mente. “Tú, esencia, eres conciencia, mi conciencia,/ y la de otro, la de todos,” . Podemos inferir que existe una interiorización que consume nuestro espíritu: la cumbre de la montaña, escalada al fin, donde se mira al dios deseado y deseante. Además de esta noción oriental de lo divino, el dios juanramoniano se emparenta a la mística de Santa Teresa y a las concepciones occidentales en San Agustín, pero sin dogma. El dios que adquiere forma y que es la formación de todas las cosas, a fin de cuentas, una concepción panteísta del universo que se ilumina por la mente individual del sujeto. “Yo fui y vine contigo, dios, entre aquella pleamar unánime de manos, el olear unánime de brazos; brazos, manos, las ramas del tronco, con raíz de venas, del corazón de todo el cuerpo, que tu recoges en la tierra;” .
La conciencia plena, que es el dios deseante, fue la que llevó a Juan Ramón en su aventura por el mundo. Esta fuerza extraña y embelesadora sedujo al poeta para emprender viajes y soledades. “Tú me llevas, conciencia plena, deseante dios,/ por todo el mundo” . Pero también, el sentido del encuentro se da en el sentido inverso: “Si yo he salido tanto al mundo,/ ha sido sólo y siempre/ para encontrarte, deseado dios,/ entre tanta cabeza y tanto pecho/ de tanto hombre” . El dios llamó a Juan Ramón, pero a la vez, el poeta fue a buscar al dios. El hombre para encontrar está divinidad íntima y envolvente fue expuesto a los paisajes, para poder observar con otros ojos los mares, las rocas y las montañas. Allí se encontraban partes del dios que anhelaba, pero también había que seguir caminando entre las ideologías, entre las cabezas humanas, conociendo la identidad del otro. Todo esto fue un proceso de interioridad que fue gestando en su espíritu el nacimiento del dios deseado y deseante. El interior del poeta se volvía pleno y creaba una propia cosmogonía, una fuerza primigenia y emancipadora de las doctrinas religiosas convencionales. Juan Ramón Jiménez moldea su propio dios desde adentro, por eso afirma: “El todo eterno que es el todo interno”.
En el momento último de la revelación, el dios al que apela el poeta, puede ser visto por todas las personas. No hay catequismo que nos prepare para la comunión, ni credos. El dios deseado está plagado por la conciencia llevada a su último peldaño. “Tú estás, dios deseado, en la circumbre,/ dominándolo todo,/ lo redondo y lo alto,/ desde una nube negra abierta en chispas” . El amor infinito es el vínculo de Juan Ramón Jiménez y su dios, una sensación que provoca la fusión del creador y la obra, dada en ambos sentidos: poeta-dios y dios-poeta. Entre los dos hay un pacto, un corazón que comparten y riega el fluido sanguíneo de ambos cuerpos: “Un corazón de rosa construida/ entre tú, dios deseante de mi vida,/ y, deseante de tu vida, yo” .
miércoles, 10 de noviembre de 2010
viernes, 29 de octubre de 2010
NOS REGRESÓ LA MAREA SU FRATERNIDAD (Festival de Poesía Mazatlán 2010)
I. La fraternidad artística y la poesía festiva
Si un festival de poesía no es alegre y desenfadado, no cumple su objetivo primordial: la fraternidad artística. La alegría y el desenfreno deben ser parte de cualquier festival o celebración. Un encuentro de poetas que se llame “festival” no puede salvaguardarse en la solemnidad y en el cumplimiento de cuotas, versos y participaciones al margen de las mesas de lectura. La poesía exige un acercamiento más allá de las convenciones sociales: una suerte de intimidad colectiva que se va construyendo a partir de la experiencia de los participantes. Por estos motivos, un festival de poesía busca sacar a los creadores de su ensimismamiento cotidiano y lograr un diálogo –superior al literario- con el otro. El diálogo con el otro se refiere no sólo al que se da con otros poetas invitados sino al que se entabla directamente con el público. Las audiencias esperan, en mayor o menor medida, que el autor, además de leer sus textos, interactúe e interprete su poesía desde otros medios y canales. El Festival de Poesía Mazatlán 2010 logró el pasado 21, 22 y 23 de octubre una fraternidad artística entre los poetas locales y los poetas foráneos: se cumplieron todos los objetivos.
II. ¡Ay! mi Mazatlán
Las sedes fueron alternándose de lo institucional a lo callejero, de lo dramático a lo festivo: se pasó de la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS al Kiosco de la plaza Machado, del Museo de Arqueología a la explanada de la Mujer Mazatleca. Sin embargo, todas las atmósferas se sentían libres y las secuencias se daban con el mismo impulso y la misma participación. La logística se lució verdaderamente. Respecto a las habitaciones y los hoteles, sólo queda por decir una palabra: paradisiaco. “¡Ay! mi Mazatlán” dice la canción con una especie de nostalgia, libera un pequeño dolor profundo. Ahora yo lo siento verdaderamente al no estar allá. Las playas mazatlecas (trato de describirlas) se resuelven desde el aire con los pinceles del mar y las tres islas que se observan desde la arena forman un capricho divino. La comida, la bebida y el sol fueron un agasajo. Yo mismo me desbordé en los apetitos culinarios y gastronómicos de la Perla del Pacífico. Al margen de lo anterior, faltaba un festival de poesía para un lugar que se adivina poético, donde la lírica se recoge y se renueva siempre gracias a la marea. Probablemente la poesía escrita no sea tan necesaria cuando te encuentras ante un escenario como el que canta y sufre Mazatlán, pero es cierto que la poesía debe de recitarse con mayor medida en un lugar como éste. El chispazo que encendió la poesía y los poemas por primera vez en las playas mazatlecas se lo debemos a los organizadores del primer festival poético de la ciudad (o por lo menos del que tengamos registro reciente): Moisés Vega, Fernando Pérez Alarriba y Tino Quiroz. A estos tres poetas se les ocurrió saturar de poesía, por medio de armas afiladas, a la comunidad local. Y ésta no opuso resistencia alguna.
III. El flujo del verso libre
Los poetas que encontré en Mazatlán daban piruetas en el aire. No había modo de detenerlos. El verso libre se volvía libertino. Es cierto que en este viaje me acompañó parte de la leal guardia salvaje: Yaxkin Melchy y Gerardo Grande, poetas hermanos y cósmicos, también conocí a la poeta Estephani Granda Lamadrid, originaria de Puebla, que si bien la recordaba por aquella serie de lecturas defeñas con la participación de bardos nacidos en diferentes estados de la República y en los años ochentas, no lograba ubicarla en versos y poética. Resultó una linda revelación. Otro de los invitados fue el poeta Óscar Paúl Castro, representante de Culiacán y lustrador del verso meditabundo. Ambos resultaron registros poéticos que complementaron la escala lírica del festival junto con los otros invitados. Aquí reside la grandeza de un encuentro como éste: la heterogeneidad de las voces participantes, sin anclarse nunca en una tendencia, en las afinidades estéticas y en la alineación de grupos literarios. Al final, las palmas se las llevaron los poetas organizadores que, sin pensarlo dos veces, se lanzaron a los caminos de la zozobra y zarparon con las naves de la locura. Ya lo decía en un verso su paisano, el poeta Gilberto Owen, después tomado como talismán infrarrealista: “Si he de vivir que sea sin timón y en el delirio”. La actitud de estos chavos mazatlecos fue de un auténtico maremoto verbal. No hubo recato, mediada y parsimonia; por lo cual estoy enteramente agradecido. No basta con que un poeta domine la técnica y esté escribiendo una obra interesante, se necesita de una actitud que rompa el imaginario social y el status quo de las mentes. Reitero lo dicho en mi última lectura del festival: la poesía de estos jóvenes se oye poderosa, aun desde lejos. Los remates poéticos dejaron sin aliento a los invitados, o por lo menos conmigo funcionó. Tino Quiroz acuchillaba el mutismo con el corte de sus versos, a veces dolorosos y pausados, donde los relámpagos brillaron como las venas del cielo. Fernando Pérez Alarriba sacudió los cimientos de la nación simbólica que carcome los corazones de los mexicanos. No tuvo que hacer más. Por su parte, Moisés Vega le dijo ¡No! a los círculos arqueológicos de la poesía mexicana, que buscan la pureza y la no contaminación de nuestra vergonzosa tradición monolítica. También apuntó cosas bellas como el vuelo de un albatros que tendrá siempre su corazón. La poesía, en resumidas cuentas, llegó como un barco fantasma en el embarcadero de Mazatlán y el mar expulsó toda su dulzura en la superficie.
IV. La anécdota se busca en la playa
La anécdota es parte fundamental de un encuentro de poetas, es el resultado de la fraternidad que siempre buscamos. No me imagino en un festival de poesía donde sólo llegué a leer, charlar y despedirme. Para este festival enumero: 1) El partido de futbol que se improvisó en la playa, donde Yaxkin Melchy resultó un “brody” Campos que nunca veremos en un mundial, y donde todos jugamos con el espíritu abierto, sin camisa, en el estadio del mar. 2) Gerardo Grande, bautizado por la prensa local como el poeta del rock, quien viajó de auto-stop desde la Ciudad de México. Dejó alguna fan de su música en aquellas playas. 3) Conocer a un resucitado Pablo Neruda, muy demacrado por la muerte, redactor de odas que no pudo leer en público. 4) Todo lo que yo comí. 5) Los monstruos que asaltaron las calles del centro de Mazatlán en medio de nuestro café último. Era cierto, habíamos olvidado la época de Halloween.
V. La fiesta tiene que seguir
Espero que este gran esfuerzo que realizaron los colaboradores y las participaciones activas de la comunidad artística mazatleca y el público en general, vuelvan a sentirse próximamente por aquellas tierras. El Festival de Poesía Mazatlán 2010 debe de dar paso a nuevas ediciones o a otros encuentros similares. Esta vez podrían añadirle otro tótem al festival: la fauna marina y terrestre en Mazatlán es rica, aprovéchenla. La siguiente emisión puede ser para un delfín, una mantarraya o una gaviota. No lo sé. Por lo pronto, el misticismo del venado lo hizo muy bien. Este trabajo debe continuar hasta que las fuerzas resistan, otros poetas demandarán más entrada de versos para el presente y el futuro. Cualquier cosa puede ser incierta menos la poesía. La fraternidad todavía tiene que estallar en sus cuatro direcciones y después volar por los puntos cardinales de la República, más allá del continente literario.
Si un festival de poesía no es alegre y desenfadado, no cumple su objetivo primordial: la fraternidad artística. La alegría y el desenfreno deben ser parte de cualquier festival o celebración. Un encuentro de poetas que se llame “festival” no puede salvaguardarse en la solemnidad y en el cumplimiento de cuotas, versos y participaciones al margen de las mesas de lectura. La poesía exige un acercamiento más allá de las convenciones sociales: una suerte de intimidad colectiva que se va construyendo a partir de la experiencia de los participantes. Por estos motivos, un festival de poesía busca sacar a los creadores de su ensimismamiento cotidiano y lograr un diálogo –superior al literario- con el otro. El diálogo con el otro se refiere no sólo al que se da con otros poetas invitados sino al que se entabla directamente con el público. Las audiencias esperan, en mayor o menor medida, que el autor, además de leer sus textos, interactúe e interprete su poesía desde otros medios y canales. El Festival de Poesía Mazatlán 2010 logró el pasado 21, 22 y 23 de octubre una fraternidad artística entre los poetas locales y los poetas foráneos: se cumplieron todos los objetivos.
II. ¡Ay! mi Mazatlán
Las sedes fueron alternándose de lo institucional a lo callejero, de lo dramático a lo festivo: se pasó de la Facultad de Ciencias Sociales de la UAS al Kiosco de la plaza Machado, del Museo de Arqueología a la explanada de la Mujer Mazatleca. Sin embargo, todas las atmósferas se sentían libres y las secuencias se daban con el mismo impulso y la misma participación. La logística se lució verdaderamente. Respecto a las habitaciones y los hoteles, sólo queda por decir una palabra: paradisiaco. “¡Ay! mi Mazatlán” dice la canción con una especie de nostalgia, libera un pequeño dolor profundo. Ahora yo lo siento verdaderamente al no estar allá. Las playas mazatlecas (trato de describirlas) se resuelven desde el aire con los pinceles del mar y las tres islas que se observan desde la arena forman un capricho divino. La comida, la bebida y el sol fueron un agasajo. Yo mismo me desbordé en los apetitos culinarios y gastronómicos de la Perla del Pacífico. Al margen de lo anterior, faltaba un festival de poesía para un lugar que se adivina poético, donde la lírica se recoge y se renueva siempre gracias a la marea. Probablemente la poesía escrita no sea tan necesaria cuando te encuentras ante un escenario como el que canta y sufre Mazatlán, pero es cierto que la poesía debe de recitarse con mayor medida en un lugar como éste. El chispazo que encendió la poesía y los poemas por primera vez en las playas mazatlecas se lo debemos a los organizadores del primer festival poético de la ciudad (o por lo menos del que tengamos registro reciente): Moisés Vega, Fernando Pérez Alarriba y Tino Quiroz. A estos tres poetas se les ocurrió saturar de poesía, por medio de armas afiladas, a la comunidad local. Y ésta no opuso resistencia alguna.
III. El flujo del verso libre
Los poetas que encontré en Mazatlán daban piruetas en el aire. No había modo de detenerlos. El verso libre se volvía libertino. Es cierto que en este viaje me acompañó parte de la leal guardia salvaje: Yaxkin Melchy y Gerardo Grande, poetas hermanos y cósmicos, también conocí a la poeta Estephani Granda Lamadrid, originaria de Puebla, que si bien la recordaba por aquella serie de lecturas defeñas con la participación de bardos nacidos en diferentes estados de la República y en los años ochentas, no lograba ubicarla en versos y poética. Resultó una linda revelación. Otro de los invitados fue el poeta Óscar Paúl Castro, representante de Culiacán y lustrador del verso meditabundo. Ambos resultaron registros poéticos que complementaron la escala lírica del festival junto con los otros invitados. Aquí reside la grandeza de un encuentro como éste: la heterogeneidad de las voces participantes, sin anclarse nunca en una tendencia, en las afinidades estéticas y en la alineación de grupos literarios. Al final, las palmas se las llevaron los poetas organizadores que, sin pensarlo dos veces, se lanzaron a los caminos de la zozobra y zarparon con las naves de la locura. Ya lo decía en un verso su paisano, el poeta Gilberto Owen, después tomado como talismán infrarrealista: “Si he de vivir que sea sin timón y en el delirio”. La actitud de estos chavos mazatlecos fue de un auténtico maremoto verbal. No hubo recato, mediada y parsimonia; por lo cual estoy enteramente agradecido. No basta con que un poeta domine la técnica y esté escribiendo una obra interesante, se necesita de una actitud que rompa el imaginario social y el status quo de las mentes. Reitero lo dicho en mi última lectura del festival: la poesía de estos jóvenes se oye poderosa, aun desde lejos. Los remates poéticos dejaron sin aliento a los invitados, o por lo menos conmigo funcionó. Tino Quiroz acuchillaba el mutismo con el corte de sus versos, a veces dolorosos y pausados, donde los relámpagos brillaron como las venas del cielo. Fernando Pérez Alarriba sacudió los cimientos de la nación simbólica que carcome los corazones de los mexicanos. No tuvo que hacer más. Por su parte, Moisés Vega le dijo ¡No! a los círculos arqueológicos de la poesía mexicana, que buscan la pureza y la no contaminación de nuestra vergonzosa tradición monolítica. También apuntó cosas bellas como el vuelo de un albatros que tendrá siempre su corazón. La poesía, en resumidas cuentas, llegó como un barco fantasma en el embarcadero de Mazatlán y el mar expulsó toda su dulzura en la superficie.
IV. La anécdota se busca en la playa
La anécdota es parte fundamental de un encuentro de poetas, es el resultado de la fraternidad que siempre buscamos. No me imagino en un festival de poesía donde sólo llegué a leer, charlar y despedirme. Para este festival enumero: 1) El partido de futbol que se improvisó en la playa, donde Yaxkin Melchy resultó un “brody” Campos que nunca veremos en un mundial, y donde todos jugamos con el espíritu abierto, sin camisa, en el estadio del mar. 2) Gerardo Grande, bautizado por la prensa local como el poeta del rock, quien viajó de auto-stop desde la Ciudad de México. Dejó alguna fan de su música en aquellas playas. 3) Conocer a un resucitado Pablo Neruda, muy demacrado por la muerte, redactor de odas que no pudo leer en público. 4) Todo lo que yo comí. 5) Los monstruos que asaltaron las calles del centro de Mazatlán en medio de nuestro café último. Era cierto, habíamos olvidado la época de Halloween.
V. La fiesta tiene que seguir
Espero que este gran esfuerzo que realizaron los colaboradores y las participaciones activas de la comunidad artística mazatleca y el público en general, vuelvan a sentirse próximamente por aquellas tierras. El Festival de Poesía Mazatlán 2010 debe de dar paso a nuevas ediciones o a otros encuentros similares. Esta vez podrían añadirle otro tótem al festival: la fauna marina y terrestre en Mazatlán es rica, aprovéchenla. La siguiente emisión puede ser para un delfín, una mantarraya o una gaviota. No lo sé. Por lo pronto, el misticismo del venado lo hizo muy bien. Este trabajo debe continuar hasta que las fuerzas resistan, otros poetas demandarán más entrada de versos para el presente y el futuro. Cualquier cosa puede ser incierta menos la poesía. La fraternidad todavía tiene que estallar en sus cuatro direcciones y después volar por los puntos cardinales de la República, más allá del continente literario.
Octubre de 2010.
domingo, 5 de septiembre de 2010
MI NACIÓN TIENE UN ESTADO HOLOGRAMA
Ilustración José Guadalupe Posada
El ejército en las calles, combatiendo en una guerra cruenta y sin sentido. En “tiempos de paz”, de acuerdo con la Constitución mexicana, las fuerzas armadas deben permanecer en sus cuarteles y campos. Si el ejército desempeña una ataque frontal contra la delincuencia organiza, como lo hace hoy día, donde la población civil queda en medio de estos dos flancos, se perpetuarán realmente los “tiempos de guerra”. Los militares sólo responden con poder de fuego y no realizan actividades de investigación. Bajo esta tendencia, la postura del gobierno federal se encamina más hacia la confrontación bélica que hacia la investigación policiaca: es la lógica de golpear la fuerza con más fuerza en una batalla de armamento y estratagemas. Urge la creación de una policía investigadora de delitos sobre delincuencia organizada, que haga una labor profesional y técnica contra la violencia de los grandes capos. La postura del gobierno federal, en vez de buscar la solución integral al problema, se conforma sólo con la medida sangrienta que simboliza el Ejército mexicano y la policía de choque. Apostar más a las políticas preventivas, de educación y empleo, podrían ser válvulas de escape al conflicto, pero la actual administración no ha querido verlo así.
No es una casualidad que el novelista chileno Roberto Bolaño haya visto a Ciudad Juárez, en su novela 2666, como el advenimiento de un territorio apocalíptico: la derrota final de la ley y la civilización del progreso. Esta ciudad fronteriza constituye una metáfora del cúmulo de violencia del siglo XX, su masificación acelerada y progresiva. No olvidemos que en 2009 Ciudad Juárez fue considerada como la urbe más violenta del mundo. Podíamos no sólo hablar de Chihuahua o Tamaulipas, sino de varias zonas del país. México podría ser considerado en algunas décadas más como el país donde murió prematuramente el Estado contemporáneo y se retornó al status salvaje y natural. Se diría de México: “País que dejó morir el Estado democrático”. México se conformaría en futuros lustros bajo una estructura donde los factores reales de poder sean reconocidos por medios meta-legales; el aparato a conformarse sea un poder desnudo y con ínfimas coberturas jurídicas o políticas. Algo que vaya más allá del Estado, pero no en la dirección de lo jurídico-político, sino en una ruta de coerción y violencia permitida.
El Estado mexicano es un holograma, su presencia es traslúcida: existe y no existe. No puede ser reconocido como vivo pero tampoco como cosa muerta. Al tocarlo se descubre el espejismo. El Estado se mueve para realizar ciertas funciones que lo mantengan en apariencia sana y próspera. No tiene color o ideología propios. La historia de las ánimas poderosas lo alimentan: Pedro Páramo y La sombra del caudillo. México es la verificación más real de que el Estado es una ficción jurídica y que sus caminos son largos cada centuria.
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El ejército en las calles, combatiendo en una guerra cruenta y sin sentido. En “tiempos de paz”, de acuerdo con la Constitución mexicana, las fuerzas armadas deben permanecer en sus cuarteles y campos. Si el ejército desempeña una ataque frontal contra la delincuencia organiza, como lo hace hoy día, donde la población civil queda en medio de estos dos flancos, se perpetuarán realmente los “tiempos de guerra”. Los militares sólo responden con poder de fuego y no realizan actividades de investigación. Bajo esta tendencia, la postura del gobierno federal se encamina más hacia la confrontación bélica que hacia la investigación policiaca: es la lógica de golpear la fuerza con más fuerza en una batalla de armamento y estratagemas. Urge la creación de una policía investigadora de delitos sobre delincuencia organizada, que haga una labor profesional y técnica contra la violencia de los grandes capos. La postura del gobierno federal, en vez de buscar la solución integral al problema, se conforma sólo con la medida sangrienta que simboliza el Ejército mexicano y la policía de choque. Apostar más a las políticas preventivas, de educación y empleo, podrían ser válvulas de escape al conflicto, pero la actual administración no ha querido verlo así.
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No es una casualidad que el novelista chileno Roberto Bolaño haya visto a Ciudad Juárez, en su novela 2666, como el advenimiento de un territorio apocalíptico: la derrota final de la ley y la civilización del progreso. Esta ciudad fronteriza constituye una metáfora del cúmulo de violencia del siglo XX, su masificación acelerada y progresiva. No olvidemos que en 2009 Ciudad Juárez fue considerada como la urbe más violenta del mundo. Podíamos no sólo hablar de Chihuahua o Tamaulipas, sino de varias zonas del país. México podría ser considerado en algunas décadas más como el país donde murió prematuramente el Estado contemporáneo y se retornó al status salvaje y natural. Se diría de México: “País que dejó morir el Estado democrático”. México se conformaría en futuros lustros bajo una estructura donde los factores reales de poder sean reconocidos por medios meta-legales; el aparato a conformarse sea un poder desnudo y con ínfimas coberturas jurídicas o políticas. Algo que vaya más allá del Estado, pero no en la dirección de lo jurídico-político, sino en una ruta de coerción y violencia permitida.
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El Estado mexicano es un holograma, su presencia es traslúcida: existe y no existe. No puede ser reconocido como vivo pero tampoco como cosa muerta. Al tocarlo se descubre el espejismo. El Estado se mueve para realizar ciertas funciones que lo mantengan en apariencia sana y próspera. No tiene color o ideología propios. La historia de las ánimas poderosas lo alimentan: Pedro Páramo y La sombra del caudillo. México es la verificación más real de que el Estado es una ficción jurídica y que sus caminos son largos cada centuria.
México D.F., septiembre de 2010.
viernes, 27 de agosto de 2010
MI NACIÓN TIENE UN ESTADO HOLOGRAMA
Resulta una falacia llamar a México un Estado democrático y de derecho. Las críticas que en el 2008 se hicieron al gobierno federal, denominándolo “Estado Fallido”, vigente en todos sus aspectos teóricos y práctico aún hoy día, confirman la era de excepcionalidad que el país vive: el Estado de excepción institucionalizado y de facto. La inoperatividad institucional, es decir, la incapacidad para brindar los derechos y servicios más elementales a la población civil en algunos estados (Chihuahua, Tamaulipas, Sinaloa y otros), se volvió sintomático en los alcances del poder coactivo. El Estado mexicano se ha quedado sin fuerza. No se trata pues de la fuerza castrense, sino de la fuerza política y discursiva con que el Presidente y su Administración han buscado legitimar a ultranza su “lucha (eufemismo de guerra) contra el narcotráfico”.
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El cierre de caminos y puentes por parte del ejército o de los cárteles, los coches-bomba, el secuestro de migrantes indocumentados por parte de la delincuencia organizada, las masacres múltiples en el norte del país, el multi-infanticidio, los atentados a periodistas, el ejército patrullando las calles, la suspensión de labores y el pago de cuotas, los “toques de queda”: México está en una conmoción interna (guerra), aunque no haya sido declarada formalmente esta situación y no se haya usado el artículo 29 de la Constitución nacional. Por otro lado, las reformas constitucionales en 2008, impulsadas por Calderón, donde se legalizaron las políticas públicas contra el estatus de delincuente organizado (enemigo público en el discurso oficial) con el llamando “régimen especial de garantías”, representó la inclusión del derecho excepcional en el derecho cotidiano. El Estado de excepción se institucionalizaba y comenzaba a adquirir forma.
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El Estado mexicano parece desvanecerse por agentes externos y factores reales de poder que continuamente se apropian de sus funciones. El mercado mundial determina el roll liberalista que los Estados partes en tratados e instrumentos internacionales deben desempeñar en sus modelos económicos internos. El Estado mexicano se ve forzado, como muchos otros Estados, a la desregularización legal y a la paulatina cesión de las facultades controladoras y planificadoras en su economía. El neoliberalismo achica al Estado en su espíritu y autoridad. Otro aspecto es la actividad estatista que la delincuencia organizada, como sistema de poder y determinación social, ha venido desempeñando en aquellas poblaciones donde el Estado no ha podido o no ha querido llegar aún. El modelo paternalista es recogido por los delincuentes para proveer a la población civil de servicios de seguridad, educación, infraestructura y empleo. Se sabe de muchas comunidades donde la única estructura de cohesión y mando es el Narcotráfico. La delincuencia organizada determina la división social, laboral y pública que los miembros de la comunidad deben realizar en contraprestación a los servicios “benéficos” que ésta otorga. La delincuencia organizada, en algunos aspectos, parece un aparato más articulado que el propio Estado.
domingo, 8 de agosto de 2010
"El HIMEN NACIONAL"
(Parto de Agustín Hidalgo, Ediciones La Faunita, Santiago de Chile, 2010.)
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Parto y mañana no sé si volveré a verte. Todas las ancianas, niñas y hembras han parido “los cráneos siderales de una nación”, ese país enquistado que nos dice cómo se siente ser madre y saber que su carne sangra todavía: “la madre la hija la espíritu santo/ la niña la pinta la satán maría”. Agustín Hidalgo (Santiago de Chile, 1986) nos muestra con su primer libro, Parto, una serie de radiografías que revelan la conmoción, las formas viscerales y las fisuras de un Chile que se construye a partir de objetos diferidos. No se tratan de estampas o vivas imágenes del color, sino de cuadros en partes translúcidos y en partes opacos. Todo se engendra desde los vapores de una ciudad que tiene calles como estrías y un cuerpo donde la cara no conoce los brazos ni los pies. Siempre se está asistiendo a los quirófanos donde “el parto es lo más largo/ el parto de los niños umbilicales”. En ese momento es cuando se abren las puertas de las catedrales y nunca antes o después. El Parto es una nueva ceremonia y hay que estar atentos a su espectáculo vital.
Por eso, en ese devenir luz, las “cruces cobran vida como armas de guerra”, el hambre es lo único que mantiene vivo a los hombres y los indígenas se siguen pintando para prolongar sus puntos suspensivos, porque ya no hay nada que decir, no hay motivos para agregar una palabra al párrafo de la historia chilena. Hay un desierto Zurita y un Colegio Pablo Neruda, las poblaciones ya no se llaman más con sus antiguos nombres. Los ríos, las cordilleras y los paisajes de Chile ya no hablan ni se duelen sino que ahora están entre la gente: “mientras ella abría la boca como un río Bío-Bío”. Por eso Hidalgo nos dice “Si tuviera que ponerle un nombre a este neopaís/ le pondría Chile/ porque si tuviera un hijo le pondría Chile”. Existe el Museo Nacional de las Partes del Cuerpo exhibiendo las espinas dorsales, los cerebros cercenados y las alegrías encerradas en vitrinas, los dinosaurios que se niegan a caer. Pero en la escena final se encuentra la niña otra vez, pero ahora canta un tema de Queen. Después hay una pausa y aparecen los créditos de todas las mujeres y los hombres que fueron dados a luz.
Lo único que nos queda es aventar escupitajos sobre toda la tierra y ver cómo se van abriendo las piernas de una gran mujer de lodo. Y todo estará palpitando para entonces.
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Parto y mañana no sé si volveré a verte. Todas las ancianas, niñas y hembras han parido “los cráneos siderales de una nación”, ese país enquistado que nos dice cómo se siente ser madre y saber que su carne sangra todavía: “la madre la hija la espíritu santo/ la niña la pinta la satán maría”. Agustín Hidalgo (Santiago de Chile, 1986) nos muestra con su primer libro, Parto, una serie de radiografías que revelan la conmoción, las formas viscerales y las fisuras de un Chile que se construye a partir de objetos diferidos. No se tratan de estampas o vivas imágenes del color, sino de cuadros en partes translúcidos y en partes opacos. Todo se engendra desde los vapores de una ciudad que tiene calles como estrías y un cuerpo donde la cara no conoce los brazos ni los pies. Siempre se está asistiendo a los quirófanos donde “el parto es lo más largo/ el parto de los niños umbilicales”. En ese momento es cuando se abren las puertas de las catedrales y nunca antes o después. El Parto es una nueva ceremonia y hay que estar atentos a su espectáculo vital.
Por eso, en ese devenir luz, las “cruces cobran vida como armas de guerra”, el hambre es lo único que mantiene vivo a los hombres y los indígenas se siguen pintando para prolongar sus puntos suspensivos, porque ya no hay nada que decir, no hay motivos para agregar una palabra al párrafo de la historia chilena. Hay un desierto Zurita y un Colegio Pablo Neruda, las poblaciones ya no se llaman más con sus antiguos nombres. Los ríos, las cordilleras y los paisajes de Chile ya no hablan ni se duelen sino que ahora están entre la gente: “mientras ella abría la boca como un río Bío-Bío”. Por eso Hidalgo nos dice “Si tuviera que ponerle un nombre a este neopaís/ le pondría Chile/ porque si tuviera un hijo le pondría Chile”. Existe el Museo Nacional de las Partes del Cuerpo exhibiendo las espinas dorsales, los cerebros cercenados y las alegrías encerradas en vitrinas, los dinosaurios que se niegan a caer. Pero en la escena final se encuentra la niña otra vez, pero ahora canta un tema de Queen. Después hay una pausa y aparecen los créditos de todas las mujeres y los hombres que fueron dados a luz.
Lo único que nos queda es aventar escupitajos sobre toda la tierra y ver cómo se van abriendo las piernas de una gran mujer de lodo. Y todo estará palpitando para entonces.
sábado, 12 de junio de 2010
viernes, 28 de mayo de 2010
LA VIRGEN DE R.P.
Virgen de Liliput
caes encima de mi carne
haciendo una bendición con las piernas
en compás
entre el cuarzo y el carbón nacidos en mi tórax
Tú estás en lo alto pidiendo deseos
con tu cabeza de porcelana
mientras los tres aguijones de una flor
se revuelven hacia los estribos
de nuestra gramática cadenciosa
que estudia los signos de exclamación
como cerrojos multiplicados en un coito bravo
y echado a la espuma de los cielos
El sol lee las vueltas con su quebranta-caras
para hacernos un par de extraños unidos
por los ganchos de nuestra sombra común
y la pequeña metrópoli que murió
bajo tus caderas incendiadas
“NI ESPÍRITUS NI ALMAS GEMELAS SIMPLEMENTE TU CARNE”
Arriba como el pistilo mortal de la noche
Abajo como el pozo
en los ojos de una virgen
De esta virgen liliputense
que corona el nalgatorio
con su sonrisa de belladona
y no deja cordón en sus labios
para tocar la primera letra de mi nombre
a modo de auxilio
a modo de iconografía
a modo de bandera cortada
pero “me doy cuenta que por su gracia respiro”
domingo, 2 de mayo de 2010
Raúl Parra, el joven forajido
Ilustración: Milo Manara
.
Para llegar a esa isla, /que es mi persona,/ nada
R.P.
Raúl Parra, el joven forajido
sabía poco de la falta de cartas en el azar
La Fortuna tocaba un instrumento de viento
que sólo anuncia un beso en la frente
a Raúl le permitía que ese beso fuera suyo
Después ella dejaba sus carnes
como un arado inútil y despejado
cuando volvía le reprochaba
con sus piernas de marfil
con sus labios de beldad gloriosa
le llamó aquella vez tajo miserable
niño con pesadillas de mierda
en los canales xochimilcas
o en las aguas guerrerenses
hediondas y calientes
Raúl dijo que para él la mierda del mundo
era un mar insurrecto
que él era una isla
donde los aviones de combate aterrizaban
y se dolían de amor
donde las últimas instrucciones
hablaban de una charla kamikaze
donde al fin los soldados
eran mujeres con pechos–granada
Raúl miró su reflejo una y otra vez
como un narciso repetido en los glúteos
de sus tenientes entre las mayores chicas oficiales
“La guerra es una orgía
que vamos perdiendo
y éste mi cuerpo
la isla de géminis
es la última base tántrica
en todo el continente”
Dijo Raúl Parra, el guerrillero
cuando miró que esa parcela de lodo
que era su patria
formaba ahora un desagüe
triste islote bajo los orines
por eso flotó en un archipiélago
con una isla erecta
en la que desde el cielo
se veía la ”P” indecente
de su apellido sordo
“Nada” gritó Raúl
a aquellas hembras rupestres
para que éstas aceptaran
alzando los pechos
en señal de tregua
“Nada” gritó Raúl
porque se le acabó la saliva
con tantas y tantas embarcaciones
Raúl Parra perdió para el año 1972 la Guerra Copulativa de la gramática y los cuerpos, justo cuando las tensiones entre la URSS y EU se olvidaban por culpa suya. Los historiadores no logran desentrañar el sentido original de estos lívidos belicosos, pero se piensa que su desarrollo es fundamental para entender los acontecimientos recientes.
sabía poco de la falta de cartas en el azar
La Fortuna tocaba un instrumento de viento
que sólo anuncia un beso en la frente
a Raúl le permitía que ese beso fuera suyo
Después ella dejaba sus carnes
como un arado inútil y despejado
cuando volvía le reprochaba
con sus piernas de marfil
con sus labios de beldad gloriosa
le llamó aquella vez tajo miserable
niño con pesadillas de mierda
en los canales xochimilcas
o en las aguas guerrerenses
hediondas y calientes
Raúl dijo que para él la mierda del mundo
era un mar insurrecto
que él era una isla
donde los aviones de combate aterrizaban
y se dolían de amor
donde las últimas instrucciones
hablaban de una charla kamikaze
donde al fin los soldados
eran mujeres con pechos–granada
Raúl miró su reflejo una y otra vez
como un narciso repetido en los glúteos
de sus tenientes entre las mayores chicas oficiales
“La guerra es una orgía
que vamos perdiendo
y éste mi cuerpo
la isla de géminis
es la última base tántrica
en todo el continente”
Dijo Raúl Parra, el guerrillero
cuando miró que esa parcela de lodo
que era su patria
formaba ahora un desagüe
triste islote bajo los orines
por eso flotó en un archipiélago
con una isla erecta
en la que desde el cielo
se veía la ”P” indecente
de su apellido sordo
“Nada” gritó Raúl
a aquellas hembras rupestres
para que éstas aceptaran
alzando los pechos
en señal de tregua
“Nada” gritó Raúl
porque se le acabó la saliva
con tantas y tantas embarcaciones
Raúl Parra perdió para el año 1972 la Guerra Copulativa de la gramática y los cuerpos, justo cuando las tensiones entre la URSS y EU se olvidaban por culpa suya. Los historiadores no logran desentrañar el sentido original de estos lívidos belicosos, pero se piensa que su desarrollo es fundamental para entender los acontecimientos recientes.
viernes, 9 de abril de 2010
“LAS MASAS IGNORANTES NO GOBIERNAN EN NINGUNA PARTE”
(columna originalmente pensanda para Notineta)
.
Era en esos tiempos, allá a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando los abogados no se limitaban únicamente a la aplicación del derecho positivo y la doctrina jurídica, sino que eran pieza fundamental de la eclosión cultural y política del país. Cuando los abogados escribían, a veces registraban en sus cuentos, memorias o poemas el sentido social de una época. Este es el caso de Emilio Rabasa (1856-1930), célebre jurista, novelista e historiador. Le debemos a este autor el lúcido estudio de La Constitución y la dictadura, donde el chiapaneco hace una crítica directa a la Constitución de 1957.
El descalabro de dicho ordenamiento era confiar desmedidamente en la representación popular, cosa que no se daba en la realidad del Congreso y que terminaba por diezmar la rectoría que supone el poder Ejecutivo. “En lugar de un régimen de tipo presidencial, levantó al poder legislativo –unicameral frente al ejecutivo, con el resultado que no se podía gobernar con la Constitución”. Sin embargo, no podemos conformarnos con la dimensión jurídica de Don Emilio, pues sus estudios, retratos, ensayos y narrativa son extraordinariamente ricos en detalles y acotaciones. En su narración La Bola, da cuenta de la crudeza en los levantamientos revolucionarios, en vez de idealizarlos y otorgarles un orden artificial que no corresponde con el remolino de sangre en aquellos años. “ Este es el país de los hechos consumados, me dijo al fin; el país de las aberraciones. Por primera vez oí estas frases que después se han hecho de estampilla”.
Incluso podríamos inferir que de vez en cuando se escucha la voz del autor a través de los personajes: “Todos los humillados por la bola estaban allí con caras de triunfo. El único derrotado era yo…”. La Revolución mexicana, bajo el enfoque de Rabasa, es un caldo de ferrocarriles rotos, júbilo, venganza y una caótica avalancha de caudillos. La historiografía después acomoda los sucesos para ser leídos correctamente (más hoy en tiempos de celebración centenaria) . La bola, motor de la Revolución mexicana, es contraria a toda revolución.”Tenemos privilegio exclusivo; porque si la revolución como la ley ineludible es conocida en todo el mundo, la bola sólo puede desarrollar, como la fiebre amarilla, bajo ciertas latitudes. La revolución se desenvuelve sobre la idea, conmueve a las naciones, modifica una institución y necesita ciudadanos; la bola no exige principios ni los tiene jamás, nace y muere en corto espacio material y moral, y necesita ignorantes”, La bola es una amenaza a la civilidad, es un ogro que sonríe al comer carne humana. “Y sin embargo, el pueblo, cuando reaparece este monstruo favorito a que da vida, corre tras él, gritando entusiasmado y loco: ¡Bola!, ¡bola!”.
El personaje de La Bola reproduce el desencanto en la colectividad, la incapacidad de dar uniformidad a una serie de hecatombes viscerales. Quizás éste fue el mismo sentimiento que experimentó el cura Hidalgo al ver la barbarie de la insurgencia. La gran depresión del padre de la patria al encontrarse con el saqueo, las cabezas en el piso y las mujeres violadas. “¡Cuántos, entonces, como yo, gemían en la orfandad y maldecían la bola! En aquel miserable pueblo, que apenas tenía hombres para surcar la tierra con el arado y en que la alteza de la ciudadanía era desconocida, más que el triunfo del derecho”.
¿Serán acaso las pasiones el conductor principal en la construcción de un país en lugar de cualquier plan de reforma? Por esta cuestión, Rabasa mira en la ley efectiva un obstáculo en los deseos incorregibles de los hombres. Uno no puede confiar cándidamente en un gobernante y en su averiado aparato ético. “La voluntad de ejercer el poder sin límites indefinidamente, que han demostrado los presidentes mexicanos, no puede elogiarse como una virtud, pero es irremediablemente humana y es insensato pretender que las instituciones se corrijan con el ejercicio de virtudes excepcionales”. El imperio de la ley debe ser superior a los afanes individuales y subjetivos. El respaldo de la ley cumplida es la cabecera de una nación soñada.
La Constitución como fetiche no nos sirve de nada, esa idolatría por el documento, por el papel sin poder. Aunque la Constitución de 1957 había sorteado a sus enemigos, su destino era sucumbir. “La Constitución estaba salvada y no corregía la suerte de las anteriores. Su prestigio era inmenso; pero no se había aplicado todavía. Se amaba como símbolo; pero como ley era desconocida de todos”. Los gobiernos de facto y las dictaduras florecieron en el siglo XIX y después se sofisticaron en nuestro país. Una es la lucha y la derrota de la ley: “Todo lo hemos esperado de la ley escrita y la ley escrita ha demostrado su incurable impotencia”.
El descalabro de dicho ordenamiento era confiar desmedidamente en la representación popular, cosa que no se daba en la realidad del Congreso y que terminaba por diezmar la rectoría que supone el poder Ejecutivo. “En lugar de un régimen de tipo presidencial, levantó al poder legislativo –unicameral frente al ejecutivo, con el resultado que no se podía gobernar con la Constitución”. Sin embargo, no podemos conformarnos con la dimensión jurídica de Don Emilio, pues sus estudios, retratos, ensayos y narrativa son extraordinariamente ricos en detalles y acotaciones. En su narración La Bola, da cuenta de la crudeza en los levantamientos revolucionarios, en vez de idealizarlos y otorgarles un orden artificial que no corresponde con el remolino de sangre en aquellos años. “ Este es el país de los hechos consumados, me dijo al fin; el país de las aberraciones. Por primera vez oí estas frases que después se han hecho de estampilla”.
Incluso podríamos inferir que de vez en cuando se escucha la voz del autor a través de los personajes: “Todos los humillados por la bola estaban allí con caras de triunfo. El único derrotado era yo…”. La Revolución mexicana, bajo el enfoque de Rabasa, es un caldo de ferrocarriles rotos, júbilo, venganza y una caótica avalancha de caudillos. La historiografía después acomoda los sucesos para ser leídos correctamente (más hoy en tiempos de celebración centenaria) . La bola, motor de la Revolución mexicana, es contraria a toda revolución.”Tenemos privilegio exclusivo; porque si la revolución como la ley ineludible es conocida en todo el mundo, la bola sólo puede desarrollar, como la fiebre amarilla, bajo ciertas latitudes. La revolución se desenvuelve sobre la idea, conmueve a las naciones, modifica una institución y necesita ciudadanos; la bola no exige principios ni los tiene jamás, nace y muere en corto espacio material y moral, y necesita ignorantes”, La bola es una amenaza a la civilidad, es un ogro que sonríe al comer carne humana. “Y sin embargo, el pueblo, cuando reaparece este monstruo favorito a que da vida, corre tras él, gritando entusiasmado y loco: ¡Bola!, ¡bola!”.
El personaje de La Bola reproduce el desencanto en la colectividad, la incapacidad de dar uniformidad a una serie de hecatombes viscerales. Quizás éste fue el mismo sentimiento que experimentó el cura Hidalgo al ver la barbarie de la insurgencia. La gran depresión del padre de la patria al encontrarse con el saqueo, las cabezas en el piso y las mujeres violadas. “¡Cuántos, entonces, como yo, gemían en la orfandad y maldecían la bola! En aquel miserable pueblo, que apenas tenía hombres para surcar la tierra con el arado y en que la alteza de la ciudadanía era desconocida, más que el triunfo del derecho”.
¿Serán acaso las pasiones el conductor principal en la construcción de un país en lugar de cualquier plan de reforma? Por esta cuestión, Rabasa mira en la ley efectiva un obstáculo en los deseos incorregibles de los hombres. Uno no puede confiar cándidamente en un gobernante y en su averiado aparato ético. “La voluntad de ejercer el poder sin límites indefinidamente, que han demostrado los presidentes mexicanos, no puede elogiarse como una virtud, pero es irremediablemente humana y es insensato pretender que las instituciones se corrijan con el ejercicio de virtudes excepcionales”. El imperio de la ley debe ser superior a los afanes individuales y subjetivos. El respaldo de la ley cumplida es la cabecera de una nación soñada.
La Constitución como fetiche no nos sirve de nada, esa idolatría por el documento, por el papel sin poder. Aunque la Constitución de 1957 había sorteado a sus enemigos, su destino era sucumbir. “La Constitución estaba salvada y no corregía la suerte de las anteriores. Su prestigio era inmenso; pero no se había aplicado todavía. Se amaba como símbolo; pero como ley era desconocida de todos”. Los gobiernos de facto y las dictaduras florecieron en el siglo XIX y después se sofisticaron en nuestro país. Una es la lucha y la derrota de la ley: “Todo lo hemos esperado de la ley escrita y la ley escrita ha demostrado su incurable impotencia”.
jueves, 18 de febrero de 2010
La titánica prosopopeya de la humanidad
El ......Espíritu..... es..... inmenso .......cuando
se..... junta.. con ......otros
Avanza...... el ...día ...de..... los ....humanos
entre.... el .....carmín... bajo .....tierra
y ...........sus..........almas..unidad
tejen...... un..... estandarte..... vivo
El... aliento.... último.... es .....el .....Estado
después... de... ser... polis.. imperio.. y.. tribu
Avanza.... el.... día... de..... los..... hombres
entre... los.. blancos...... en... el... cielo.. y..el ...Estado
devora..... a.... los..... titanes.... mitológicos
El ....Espíritu .......es ......inmenso..... cuando
se..... junta..con....... otros
No..... escucho.... mi....... imagen
en ................el ............lago
Sumemos...... nuestras...... voluntades
Inmenso ......es..este........ cuerpo
martes, 9 de febrero de 2010
La Costa Grande
La tierra son mis labios
abiertos por el sol
y la noche es la fuga
de dos sexos invencibles.
1958, la Costa Grande es
un nervio en la columna vertebral
de Dios.
1958, la Costa Grande es
una rajadura que duele desde
la distancia.
1958, la Costa Grande es
una fábula de la cerveza
y el orín.
1958, la Costa Grande dio a luz.
*
Furia uterina. La mar no te cabe
R.P.
En Tecpan de Galeana, Guerrero,
iba al mar cada vez que podía,
iba de noche cuando la grandilocuencia
en las olas quebraba sus rocas predilectas.
Ninguna marejada rehuía a su destino
a pesar de que el agua crecía o se dilataba
como el rollo de un salmo desdoblado
y el mar imitaba el sonido de una gaviota,
después el sonido de la muerte de un mártir,
por último se encerraba en el eco
de un útero inmenso y balsámico.
Raúl solía callarse en ese instante.
Raúl solía decir:
"Mar, soy yo. ¿No me reconoces?"
Pero ella lo veía como un extranjero curioso
y explotaba con la cólera entre las piernas
o reventaba con el orgasmo entre los dientes,
que son las hileras nuevas de conchas
y vidrios en la playa.
Ella decía que transpiraba como el mar
cuando hacían el amor
pero Raúl callaba en el momento justo
que ella sonreía.
*
Poeta en ruinas,/ niño en ruinas.
R.P.
En Tecpna de Galena, el cielo es
un clitoris o un pez endémico
que se resbala de las manos y los ojos.
Raúl Parra lo vio de niño
aunque no supo como nombrarlo.
Llegaba de la escuela con sed
y no sabía como beber los libros,
los árboles o las bicicletas;
hasta los doce años
su alma llevó la forma de un limón
seco
cuando conoció aquella sonrisa baja
y le tiró unas cuantas perlas a los cerdos.
El cielo decía su nombre y él se dormía.
Al amanecer las nubes borraban el renglón
porque todo estaba mal dicho.
Raúl Parra, hijo de una cocinera,
callaba los poemas desde adentro,
callaba la guitarra porque nunca
entendió la música de su pueblo,
donde las horas son alfileres
más ponzoñosos que los alacranes
y la plaza es una tumba
que reverdece durante la vigilia.
Raúl Parra,
llévate este niño de aquí.
sábado, 30 de enero de 2010
Sobre lo poco sexy de la poesía mezclada con el derecho o Contrato de seguro
Algo tan poco sexy como la poesía mezclada con el derecho, entiendo, da repulsión e incluso miedo leer. Con esa variable, difícil es embarcarse en la aventura de desprejuicio y tolerancia, para romper la fuerza inconsciente que nos aleja rápida y efectivamente de este género, relativamente novedoso, que se nos presenta como desafío.
Pues bien, una incursión que por destino y eventualidad, fracaso seguro sería para mi intelecto; se convirtió en un descubrimiento.
Sí, como el de América, una novedad para la época, algo increíble que dejaría pensando hasta a los reyes de la corona, y no cualquier corona, la corona española.
Así me encontré con una curiosa analogía de “Contrato de Seguro”, lo que se entiende vaga y simplemente como un acuerdo, libre, entre dos personas, donde una se compromete a pagar cada mes una cantidad determinada de dinero, y la otra, a responder en caso que sucediera un accidente que impidiera seguir actuando en la vida, contando con la cosa determinada que se asegura, por ejemplo un auto. Si sucede algo imprevisto que destruya o inutilice el auto, el seguro pagará con otro auto de igual característica o con el dinero equivalente.
Después de esta humilde descripción del contrato, propiamente tal, nos surge que la narración poética de Manuel DJ respecto al mismo, se relata en términos de la vida. Nosotros, los seres humanos, actuamos en base a certezas, certezas que están plasmadas en la colectividad. Así como tenemos presente que al salir de nuestra casa, lo más seguro es que en una luz verde puedo cruzar, y el auto que se topa con la luz roja parará. De no ser así, no podríamos salir de nuestras casas, más bien no podríamos traspasar nuestra cuadra, a lo más manzana y el espacio se nos reduciría considerablemente, no nos sentiríamos libres y probablemente no podríamos vivir mucho sin enloquecer.
Qué distinto sería si pudiéramos hacer uso de aquél contrato, para asegurar otras cosas, tal vez inmateriales; tales como las ideas. Qué rabia sentir que está todo escrito o todo dicho, sin embargo no hay una materialización de cómo llegamos a esa conclusión, qué evento de la vida gatilló dicha aseveración. Eso es lo que nos diferencia, porque el fundamento de muchas de nuestras ideas están en percepciones, sensaciones, intangibilidades.
Así Manuel DJ nos hace volar la imaginación pensando todo lo que nos gustaría asegurar, para tener más tranquilidad de nuestro espíritu en la vida. Bien dice el dicho “más vale pájaro en la mano que cien volando”.
Lo cierto es que en poesía todo es posible y el derecho, contiene formas que permiten, de algún modo, encauzar las posibilidades. Entendiendo que el derecho es una abstracción, una ficción, se pueden incorporar sus formas a todo aspecto de la vida. Eso nace y muere en nuestra imaginación, porque de ser posible actuar sobre-seguro, en ámbitos del espíritu y el corazón, quitaría la adrenalina necesaria para vivir con ese no se qué constante en la guatita, que tantas veces nos traiciona pero que tantas otras nos hace feliz. En poesía todo es posible, y Manuel DJ lo intenta demostrar, así que a escribir se ha dicho!
Pues bien, una incursión que por destino y eventualidad, fracaso seguro sería para mi intelecto; se convirtió en un descubrimiento.
Sí, como el de América, una novedad para la época, algo increíble que dejaría pensando hasta a los reyes de la corona, y no cualquier corona, la corona española.
Así me encontré con una curiosa analogía de “Contrato de Seguro”, lo que se entiende vaga y simplemente como un acuerdo, libre, entre dos personas, donde una se compromete a pagar cada mes una cantidad determinada de dinero, y la otra, a responder en caso que sucediera un accidente que impidiera seguir actuando en la vida, contando con la cosa determinada que se asegura, por ejemplo un auto. Si sucede algo imprevisto que destruya o inutilice el auto, el seguro pagará con otro auto de igual característica o con el dinero equivalente.
Después de esta humilde descripción del contrato, propiamente tal, nos surge que la narración poética de Manuel DJ respecto al mismo, se relata en términos de la vida. Nosotros, los seres humanos, actuamos en base a certezas, certezas que están plasmadas en la colectividad. Así como tenemos presente que al salir de nuestra casa, lo más seguro es que en una luz verde puedo cruzar, y el auto que se topa con la luz roja parará. De no ser así, no podríamos salir de nuestras casas, más bien no podríamos traspasar nuestra cuadra, a lo más manzana y el espacio se nos reduciría considerablemente, no nos sentiríamos libres y probablemente no podríamos vivir mucho sin enloquecer.
Qué distinto sería si pudiéramos hacer uso de aquél contrato, para asegurar otras cosas, tal vez inmateriales; tales como las ideas. Qué rabia sentir que está todo escrito o todo dicho, sin embargo no hay una materialización de cómo llegamos a esa conclusión, qué evento de la vida gatilló dicha aseveración. Eso es lo que nos diferencia, porque el fundamento de muchas de nuestras ideas están en percepciones, sensaciones, intangibilidades.
Así Manuel DJ nos hace volar la imaginación pensando todo lo que nos gustaría asegurar, para tener más tranquilidad de nuestro espíritu en la vida. Bien dice el dicho “más vale pájaro en la mano que cien volando”.
Lo cierto es que en poesía todo es posible y el derecho, contiene formas que permiten, de algún modo, encauzar las posibilidades. Entendiendo que el derecho es una abstracción, una ficción, se pueden incorporar sus formas a todo aspecto de la vida. Eso nace y muere en nuestra imaginación, porque de ser posible actuar sobre-seguro, en ámbitos del espíritu y el corazón, quitaría la adrenalina necesaria para vivir con ese no se qué constante en la guatita, que tantas veces nos traiciona pero que tantas otras nos hace feliz. En poesía todo es posible, y Manuel DJ lo intenta demostrar, así que a escribir se ha dicho!
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Daniela Paz
viernes, 8 de enero de 2010
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