sábado, 30 de mayo de 2009
Andrómeda fue vista hoy intensamente
sábado, 23 de mayo de 2009
Portarretraros parte II
Terminaré entonces lo que no acabé, con los cuatro puntos que me hacen pensar en los lastres de nuestra poesía y otras. Sé que mi comentario se encamina hacia lo malo, pero no hay más maldad que creer que todo está bien. Así tal vez logremos sanar fracturas y temores.
La actitud del autor. La obra de cualquier escritor llega hasta donde él quiere llegar. Aseguraba Julio Torri que “toda la historia de un hombre está en su actitud”. Yo diría, de algún modo, que también se encuentra su porvenir. El poeta debe creerse todo lo que se quiera creer menos un hombre promedio, un versificador de sus anécdotas, un glosador que sólo escribe pies de páginas de la realidad. La realidad es en suma una colisión de ficciones. Este mundo está en función del derecho, las matemáticas, la informática, la economía, entre otras ficciones científicas o técnicas. La tarea del poeta no es componer todo eso, es dibujar una ficción que contrarreste a las otras, siendo él el trazo y la dirección de esa línea. Los poetas comentaristas son los que se dedican a poetizar lo inmediato, los poetas cósmicos o “prometeicos” como decía León Felipe, son los que hacen poesía con el delirio y alumbran un universo en miniatura.
El apego institucional. La institucionalización de las actividades humanas fue un proceso gradual en la era del Estado moderno. El Estado, como lo conocemos ahora, es la gran prosopopeya de la humanidad. El Estado está en todos los actos humanos y hechos naturales, desde la hora centro de un país hasta las fronteras dictadas por el derecho internacional. El arte no ha escapado a la regulación estatal, y los parámetros de un Estado son las políticas públicas del gobierno en turno. El problema que veo, es que sólo se “legitima” un poeta cuando se le otorga el apoyo oficial, como si el reconocimiento de la institución pública se tradujese en el valor último del autor o de la obra. No es malo el apoyo oficial, el error es creer que ese es el único camino disponible, cuando existe una nutrida ramificación fuera de la validación certificada.
El prejuicio a la obra. Creo que uno de los máximos errores de la humanidad es el prejuicio. Es un proceso mental necesario, que nos hace la vida más cómoda y sintética. Para llegar a una noción rápida de cualquier objeto nada más confiable que el prejuicio. Hay varios indicadores en literatura: autor, premios que ha ganado, círculo de amigos y crítica nociva o mordaz. La obra debería ser la única fuente para juzgar al autor.
El hermetismo de grupo. Problema que va desde Los Contemporáneos hasta la sensación de pertenencia a una colectividad, el papel y lugar que tengo en ella, y la defensa de mis logros ante la venida de un posible usurpador. Los colectivos unen las fuerzas y nos hacen más poderosos, aunque se disputen intereses contrarios en un campo donde sólo caben 3 o 5 personas. La poesía no le conviene saber tanto de poder ni de oligarquías o “partidocracias” literarias.
Hay un mural de la poesía mexicana; dejemos que los autores caigan en un collage sin proporciones y quitemos de en medio los portarretratos que enmarcan las caras bonitas de los poetas.
Manuel de Jesús Jiménez, mayo 2009.
viernes, 22 de mayo de 2009
sábado, 16 de mayo de 2009
Portarretratos (la forma de la poesía mexicana) primera parte
Los poetas mexicanos no se han sacudido completamente. Hay una tendencia de escalafón en la “carrera de poeta” y una convicción de sólo ser poeta ante los demás sin comprometerse a muchas otras cosas. La mayoría de los poetas mexicanos mantiene una forma conservadora desde el discurso hasta el “entusiasmo estético” que señaló Orwell. Una postura conservadora no es mala en sí misma, es una actitud política que acepta las situaciones como están y no desea cambiarlas, ya sea por pesimismo o por comodidad. Una postura conservadora es legítima casi en todas las maneras de interacción, podemos siempre pedir un helado de chocochispas sin necesidad de probar otros. Estamos a gusto con ese sabor. Uno puede votar por el PAN porque le gusta cómo funcionan las cosas en este sexenio. No así en el arte o en la poesía. Decía Michael Oakeshott “soy conservador en política para ser liberal en lo demás”. Hay aspectos que deben de tratarse con liberalidad, el cambio en el arte es el combustible de su desarrollo. Si alguien no rompe con el paradigma estético, no habrá a la postre otro paradigma estético y el arte sería una concatenación de obras en un mismo sentido. El cambio y su acción más violenta, la trasgresión, son necesarios en la poética para transfigurar una determinada poesía.
lunes, 4 de mayo de 2009
